COLL: EL ALBAÑIL QUE DIBUJÓ EN TBO
En septiembre de 1948, un joven de 25 años, de oficio de albañil, bien vestido, alto, fuerte, con bigote al estilo de la época, nariz aguileña, y recién licenciado de la mili, entró con una carpeta repleta de dibujos originales en la redacción de TBO, en la calle Aribau 177 de Barcelona. Allí el director de la revista se sorprendió, vio una mina en sus historietas y Joaquim Buigas le dijo a Coll –“Si usted es trabajador, en sus manos tiene dinero para parar un tren” y le compró toda la carpeta, pagándole a tocateja. El primer trabajo de Coll, se publicó en el TBO nº 14, de octubre de 1949, con la historieta titulada “La teoría del profesor Moski y la venganza de las nubles” que podemos ver en foto nº1, con un estilo tan primario, que nadie podía pensar que pocos años más tarde sería el dibujante humorístico español más importante del siglo XX. De la misma remesa es el original que podemos ver en la foto nº 2 “Ladrones en el castillo del profesor Animaleski” que no será publicado hasta 13 años más tarde, en diciembre de 1961 en la página 15 del Almanaque Humorístico para 1962. De la misma etapa son “La ciencia del profesor Animaleski” que se publica en el TBO nº 672 , que cobró por las tres historietas 225 Pts., poco más de 1€ de hoy, aunque con esta cantidad a finales de los años 40 podías hacer mucho. Por ejemplo: una vivienda de alquiler en una zona de trabajadores podía costar menos de 100 Pts. al mes.
En aquella época la mayoría de novatos de la plumilla hubieran trabajado gratis con tal de ver sus dibujos publicados en TBO, pero Buigas no lo permitía y les decía –“El que trabaja tiene que cobrar”. Si los dibujos eran pasables los compraba, los guardaba y casi siempre servían para tapar agujeros de la revista o para rellenar a tope el Almanaque Humorístico, donde cabía todo.
A estos dibujantes ocasionales el director de TBO les denominaba passavolants (pasanvolando) y la mayoría de ellos no volverían a publicar en la revista. El precio que pagaba era de 3 a 5 pts. por viñeta (según calidad) . Cualquier joven primerizo que vendía sus primeros originales en TBO, salía del nº 177 de la calle Aribau, entusiasmado, aunque en ocasiones tardarían años en ver sus trabajos en papel impreso.
El director de la revista, nunca vio en Coll a uno de esos passavolants sino que ya intuyó una savia nueva para su editorial. Había que ser un buen adivino para ver en Coll, un digno sucesor de Benejam, Muntañola, Tínez o del mismo Opisso. Si vemos la foto nº 3 “Un perrito Inteligente” publicado en TBO” nº 8 de julio de 1950, se entiende el olfato de Buigas para descubrir nuevos talentos. Entonces Coll no era el que hoy conocemos. Si vemos los dibujos originales de las fotos 4 y 5 “Donde las dan…” y “Amor que aplasta”, de 1950 comprenderemos que sólo un genio como Buigas podía esperar una evolución del artista en tan poco tiempo. En la foto 6 vemos los originales de “Un viaje a Marte” de 1950 y “Solo ante la fiera” de 1953. Ver que en menos de 3 años la transformación es tremenda.
Ya en la foto 7 vemos un histórico dibujo original de “Cómo fue regado el huerto de de Don Facundo” en el nº 13 del mes de julio de 1951 donde el dibujante tiene más agilidad en su línea.
Pronto Joaquim Buigas le encargará páginas enteras y con esta confianza, Coll despega. En las fotos nº 8 y 9 vemos los dibujos originales “Un esquiador novato” publicado en TBO nº 16 de junio de 1950 y “Buscando la soledad” en TBO nº 16 de julio de 1951.
Coll compagina el dibujo con el ladrillo, hasta que la demanda de sus dibujos para TBO le hace dejar el andamio... ¡ganando el doble!. 1957 es la época del traslado de la calle Nil Fabra de Barcelona a Cerdanyola del Vallès, a pocos kilómetros de la capital. Con su familia ocupan una casita en la calle Sant Casimir, (ver foto 10). Aquí nacerá su segundo hijo Albert, el hijo mayor, Ricard, tenía dos años cuando llegaron a Cerdanyola. La ventana de encima la puerta de entrada a la casa, era el estudio de Coll, lugar donde en estos 5 años creó los originales de las historietas que le harían inmortal -¡sí, sí!- inmortal!. Estos fueron los tiempos más fructíferos, creativos y felices del artista, así se expresó María Company viuda de Coll . (En las fotos 11 y 12 se muestran dos dibujos originales de la época 1957-1961).
Una anécdota: Cuando vivían en la calle Nil Fabra, en el TBO nº12 de junio de 1957, se publicó la historieta “Un salto de trampolín” donde se hacían diversos saltos de trampolín artísticos, y el saltador de la viñeta 9 se tira un pedo en el momento de lanzarse “¡pef! ¡paf!” y era anunciado como el “estilo retropropulsión”. A un vecino de la escalera la encontró soez y no le sentó bien, recortó la página y la colgó en el espejo del ascensor comunitario y Coll se la encontró ahí, entendiendo la indirecta. No se lo tomó a mal, al contrario, le hizo mucha gracia y con su fina agudeza dijo: -“Bueno, si al vecino le ofende este humor tan inocente, el pobre es que aún no ha salido de esta escalera”. Ver el original de la historieta en foto 13.
Su método de trabajo era sencillo y estricto: de buena mañana paseaba bajo los pinos con la mente en blanco sin forzar la imaginación. A mediodía volvía a casa, almorzaba temprano e iba a tomar café en el bar Grau, allí observaba a la gente que jugaba al dominó o a las cartas. Básicamente se fijaba en los payeses. Decía de ellos que tenían algo especial, diferente de la otra gente, su manera de moverse y de gesticular cuando hablaban o se enfadaban. Coll volvía a casa donde se tumbaba en la cama a oscuras y lo que había visto, escenas cotidianas para la gente corriente, él le daba la vuelta, las aliñaba y les sacaba la punta. Y por la noche dibujaba las ideas que había parido durante el día, dejando reposar un par de días las historietas solamente esbozadas a lápiz y si no le gustaban, cambiaba esto o aquello, hasta que era de su total agrado y si era así las rompía y vuelta a empezar.
Decía, que le costaba mucho llegar a la sencillez de su guión para que el final fuese imprevisible. Por el contrario, el dibujo, aunque extremadamente cuidado, le era fácil de realizar. (Ver foto nº 14 el dibujo original “Un gran aficionado a la fotografía” aparecido en TBO nº 372 de 11 de diciembre de 1964. En la redacción de la revista le rectificaron la palabra buen por gran. Inicialmente Coll tituló la historieta “Un buen aficionado a la fotografia" )
La genialidad de Coll no radica simplemente en sus guiones o en sus gags sinó en su dibujo limpio, sin complicaciones para no despistar al lector y conducirlo plano a plano a un final sorprendente y estrafalario.
Otra anécdota: dijo que entró en el bar Grau un payés con muletas y un pie vendado. Le preguntaron que es lo que había ocurrido. Contó que estaba en el huerto cavando la tierra con un azadón y vio que de la tierra asomaba una gran lombriz, él sorprendido le dio con el azadón…. y resultó que el gusano era un dedo de su pie que estaba semicolgado en la tierra y casi se lo corta de cuajo. Esta historia la dibujó y fue publicada en TBO. Con guasa dijo –“Me hubiera gustado ponerle el subtítulo “Inspirado en hechos reales”, como en las películas”.
Sacaba los argumentos de aquí o de allá, pero nunca entregó un trabajo pensando en el gusto de sus jefes. Él seguía su propio estilo de humor, su trazo limpio, sencillo pero fenomenal.
BENEJAM, MAESTRO DE COLL
Su dibujante preferido era Marino Benejam, eso hacía que su estilo se acercara cada vez más al del maestro. En la historieta “Despiste fatal” de foto nº15 y 15-B, que publicó TBO en 1952, puede verse el acercamiento a su ídolo. Ello se lo advirtieron en TBO, diciéndole que de Benejam ya tenían uno y recomendándole hacer algo si quería seguir colaborando en la revista. Este hacer algo habría que escribirlo con letras mayúsculas y de oro macizo. Gracias a la advertencia de Buigas, el dibujante llegó a la siguiente resolución: “si los tipos de Benejam son bajitos, yo los dibujaré altos, y si Benejam los hace gorditos, yo los dibujaré delgados”. Así creó su estilo único e inimitable con o sin palabras. En la foto nº 16 vemos el dibujo original titulado “Confusión” publicado en TBO nº 556 del 21 de junio de 1968 y reeditado en el TBO nº 2442 de 13 de julio en 1981. En la historieta,Coll muestra su capacidad de síntesis.Un dato curioso: la cabecera del original de la foto nº 16 la dibujó Blanco Ibarz y otro dato curioso és que el color del dorso del original de la foto nº 15-A, lo pintó Tínez.
COLL: POCOS PERSONAJES FIJOS
Crear un personaje de éxito era importante para la economía familiar del dibujante. Significaba trabajo fijo en la revista, como lo disfrutaba Benejam con Melitón Pérez des de los años treinta, La Familia Ulises des de los cuarenta, y Morcillón y Babali (no Babalí) desde los cincuenta (Ver fotos nº 17, 18 y 19 ). En esta cuestión Coll se contradecía: a veces se lamentaba de no tener unos personajes fijos lo que representaban unas páginas aseguradas cada semana. En cambio en otras se alegraba de no tenerlos para no estar sujeto al férreo guión que normalmente escribía otra persona y colapsaba su libertad de expresión.
Gracias a esta independencia, consiguió la plena aceptación de los lectores de todas las edades, con unos arquetipos extraídos de su aguda capacidad de observación y ofrecer un humor nuevo, blanco e insólito, con cacos, náufragos, vagabundos, caníbales, exploradores, automovilistas, esquimales, indios…incluso borrachitos de vino tinto, como Coll calificaba afectuosamente a sus personajes etílicos. (Verlos en las fotos 20, 21,22,23, 24 y 25)
En enero de 1963 creó los personajes En Bufa i en Pumpum, dos exploradores que sus aventuras transcurren en África y no fueron dibujados para TBO sino para L’Infantil (un tebeo de corte curiambro) publicación que editaba el Seminario de Solsona. A los pocos números, Coll dejó de colaborar en la revista, sustituyéndole el dibujante Miquel Àngel Sayrach que continuó dibujando los personajes que, con sufrimiento, calcó las figuras de los protagonistas, pero no pudo con el estilo Coll. (Ver las fotos nº 26 y 27 donde la enorrrrrme diferencia entre la historieta de Coll y la del voluntarioso Sayrach, que aunque fue publicada en color, hace auténtico el refrán: “Aunque la mona se vista de seda…”
A su vuelta a TBO Coll creó el futbolista Greñito, un personaje “fijo” con guiones de Carles N. Bech. El personaje tuvo poca repercusión en la carrera del dibujante, debido a que se trataba de tiras verticales y horizontales y publicado en las primeras horas bajas de la revista.
EL COLL SIN PALABRAS DE TBO
Como algunos dibujantes del TBO, por ejemplo Valentí Castanys y Joaquim Muntañola entre otros, Coll igualmente hizo sus exposiciones en galerías de arte. La primera, con notable éxito, con 28 dibujos a la acuarela presentados en la barcelonesa Sala Andreu en abril/mayo de 1957. En la foto nº 28, se muestra el catálogo de la exposición y la caricatura original que se usó en el libreto, pero que, por motivos técnicos voltearon la imagen y la firma. En la foto nº 29 vemos un increíble dibujo original acuarelado, realizado para la exposición mencionada y que debido a la falta de espacio, no llegó a colgarse. Este sorprendente dibujo estaba predestinado a exhibirse en el mundo electrónico. Los dos dibujos originales los realizó en 1956/ 1957.
La vida de Coll no fue un camino de rosas. Sufrió desengaños y celos profesionales. Profesionalmente se quejaba de que muchas de sus historietas mudas, eran asesinadas, colocándole bocadillos de textos en sus viñetas, cuando él para crearlas había empleado decenas de horas en el planteamiento, incluso el autor se auto copiaba delante de un espejo para que las expresiones y gestos de los personajes de la historieta, fuesen concebidos sin necesidad de una sola letra. Ver la foto nº 30 en la que se ve cómo se publicó por primera vez , la historieta “parida” por Coll de la portada de TBO número 199 de 1959, y la misma editada treinta años más tarde con bocadillos rotulados por uno de los dibujantes de confianza de la revista, Josep Maria Blanco Ibarz.
COLL, OPISSO Y LOS COMPAÑEROS DE TBO
La apariencia física de Coll no reflejaba su personalidad. En su semblante serio no se podía adivinar el hombre sencillo y amable que era. Amante de las tertulias, cuando hablaba de sus compañeros de TBO lo hacía con admiración y afecto. Por ejemplo, decía de Tínez que era un murciano muy buena persona y la mar de salado: -“Coll usted me dedicará un dibujo y yo le dedicaré a usted uno mío”. De Benejam decía que era el mejor y su maestro. De Ayné que era muy puntual en las entregas y el más trabajador. Admiraba también el coraje de los trazos rápidos de Muntañola, el fino humor y los fondos de viñeta del joven Blanco, éste imprescindible en la vida de la revista. De todos tenía un buen concepto. Bueno, de todos menos de uno que le dejó un mal recuerdo, lo explico: en la época dorada de Coll, a finales de los años cincuenta, primeros de los sesenta, en una reunión le presentaron al gran y egocéntrico Ricardo Opisso, dibujante imprescindible de TBO hasta 1939, Coll al saber de quién se trataba, modestamente se presentó como un colega de la revista, pero Opisso que ya sabía del joven dibujante, casi sin mirarle le dijo que no le conocía de nada. Coll, que no sabía del carácter despectivo de su interlocutor, inocentemente quiso identificarse gráficamente y le dibujó su firma. Entonces Opisso le respondió: -“¡Ah, sí! Ahora ya se quién eres!. Chico, la verdad, no entiendo que es lo que ha visto Buigas, el director de TBO, en tus dibujitos para encargarte tantas páginas!!”
Opisso en su indiferencia maliciosa, no podía imaginar que gracias a aquel chico y junto a Blanco, el TBO aguantaría unos años más, por la modernidad que imprimían sus historietas.
Muchas personas han confesado que compraban el TBO de finales de los 50 y después en los 60, para disfrutar de las páginas de Coll, el resto del tebeo apenas les interesaba. La falta de interés de los lectores podía ser debido a varios varios factores: el fallecimiento de Joaquim Buigas, “alma mater” de TBO, el declive artístico que sufrían los dibujantes históricos, como muestra un dibujo original, parte de una página, del mismo Opisso, (ver foto 31) También a la falta de tiempo para formar a nuevos dibujantes al estilo de la editorial, como Bernet Toledano, Cubero, Mª Angeles Sabatés y, además, el avance de editorial Bruguera, que con un nuevo equipo de jóvenes valores como Ibáñez, Raf, Sanchis, Segura, que junto a los veteranos Escobar, Vázquez, Martz Schmidt etc.”se comían el mercado”. Con este equipo extraordinario, ayudada por la gran cantidad de revistas con que copaban el mercado, Bruguera era invencible frente a cualquier editorial de la época. Así iba languideciendo el TBO semana a semana.
COLL UN ALBAÑIL ARTISTA
Coll era un buen albañil y compaginaba el dibujo con el ladrillo, hasta que la demanda de sus dibujos para TBO le hizo dejar el andamio ¡ganando el doble!. Ya se ha escrito que su época más fructífera y creativa fue la de su estancia en Cerdanyola. Dibujaba de lunes a viernes y el sábado viajaba a Barcelona a entregar el trabajo a TBO. El director Buigas, tal como le prometió, para tenerlo en exclusiva, se le quedaba toda la producción, tanto si eran cinco o diez originales y se los pagaba en el acto. Lo que no se publicaba (las historietas que llevan un punto rojo en la parte superior a la derecha) , quedaba en reserva para otros números. Por tanto Coll, entonces se ganaba muy bien la vida y sólo tenía que pensar, crear y dibujar para TBO que era lo que más le gustaba. También es verdad que era uno de los dibujantes mejor pagado de la revista y que, además, tenía una comisión anual de la obra que se le publicaba .
En los años 60/70, cuando se produjo el primer boom de la construcción, a los buenos albañiles se les pagaba con unos sueldazos de ministro… y nuestro Coll, seguía ganando con sus historietas lo mismo que catorce años atrás lo que le obligó a volver a su antiguo oficio de albañil. Decía –“Yo más que un dibujante que hizo de albañil, soy un albañil que hizo de dibujante”.
En la página de Internet del amigo y erudito en grafopatía Manuel Darías (ver Josep Coll i Coll) explica claramente la salida forzada del artista de TBO, y lo escribe así: ”Prescindir de Josep Coll, uno de los más grandes historietistas de humor en los anales del cómic español, tal y como lo hizo TBO, fue uno de los errores editoriales más sonados del tebeo patrio”
Coll seguía publicando páginas de TBO, aunqué él estuviera en el andamio. Las historietas que se publicaban eran del fondo abundante que tenía la revista. Ya se ha dicho antes que Buigas se lo quedaba todo del dibujante.Tenían un buen remanente de material sin publicar por lo que, de momento, los lectores no notaron la falta de su autor preferido. Como ejemplo se muestran unas historietas dibujadas tres, cuatro y hasta cinco años antes de ser publicadas. Verlas en las fotos nº 32, 33, 34 y 35.
LA VUELTA DE COLL A TBO
Poco se ha escrito de que Coll volvió a TBO en años 70, pero la mayoría de sus historietas, con guiones de Carles Bech (en la foto nº 36), el guionista oficial de TBO. Coll había perdido aquella chispa que nos sorprendía y los planos de las viñetas eran planos, habían dejado de tener la profundidad de campo cinematográfico a las que nos tenía acostumbrados. Sólo era un dibujante más del equipo de TBO. No estaba a gusto con la nueva dirección y al poco tiempo dejaba la revista desmoralizado, dejando la revista definitivamente y juró no volver a dibujar.
Pero el gusanillo del dibujo hace que Coll vuelva en 1981 en colaboraciones poco sonadas como Primeras Noticias y en Balalaika. Sí participó en la exposición de autores en el II Saló del Còmic de Barcelona de 1982.
COLL Y LA REVISTA CAIRO
En el número 1 de la avanzada revista Cairo en 1981, el periodista Antonio Martín le dedica 4 páginas a Coll, en un artículo-entrevista, que el que escribe hubiese deseado explicar con tanta genialidad el artículo dedicado a Coll
Coll forzado por la insistencia del editor Joan Navarro, aparece en la revista Cairo, donde consiguen imprimirle la ilusión y con ello volver a su auténtico estilo del humor de los años 60. Aunque ya queda poco tiempo para disfrutarlo. Ver en las fotos 37-38 dos de sus últimas obras realizadas para la revista Cairo y la nº 39, el tesoro de mi colección, la historieta pensada, dibujada a lápiz e inacabada .Ya nunca vería la luz hasta hoy. Una auténtica obra de arte incompleta que se ha convirtido en un documento gráfico.
Es 1984 y gracias al ímpetu del librero Barcelonés Albert Mestres se publica el magnífico álbum “De Coll a Coll”, edición numerada del 0 al 1.000 que se muestra en la foto nº 40. El de mi propiedad corresponde al número 76 de la numeración mencionada.
MI ÚLTIMO ALMUERZO CON COLL DEL TBO
Era el 28 de mayo de 1984, justo dos meses antes de su trágica muerte, Coll hizo su último viaje a Sabadell. El motivo de su visita era la inauguración de una nueva dependencia de la conocida Charcutería Díez, “El Racó del Mingo”, donde el local estaba decorado con dibujos de TBO y resaltaban los de Coll. Allí muchos de los clientes le pidieron autógrafos y fueron tan afortunados que Coll les obsequió con un dibujo dedicado y como es de esperar a mi también me dedicó uno. Verlo en la foto nº 41. El recordado amigo, nuestro artista-fundidor Pere Morral, uno de sus fervientes admiradores, le encargó unos anuncios que nunca recibió.
Coll comentó que tenía una especial estimación por Sabadell. Dijo que su primer trabajo publicitario lo realizó para “Vimar”; una empresa de esta ciudad que fabricaba cajas fuertes, entre otros productos. La pieza publicitaria que se proyectaba en los cines en el descanso de las dos películas, se trataba de un cliché-diapositiva , en el cual un “caco” sudoroso, forzaba con una palanca una caja fuerte. El eslogan decía: “Imposible, es una Vimar”. Comentándolo, le hizo recordar a su amigo Montlleó, que fue quien le hizo esos encargos publicitarios. Por cierto pronto localizaré el original que se emitía en los cines y lo colgaré en esta página...
La jornada sabadellense fue completa para Coll, un hombre alto, fuerte y con una complexión atlética que aún mantenía a sus vigorosos 61 años. Era muy sencillo, tanto, que no entendía que Josep Surroca, dueño del bar restaurante Can Pujol, donde fuimos a comer, hubiera reservado, no una mesa para nosotros, sinó la sala entera del comedor para nosotros. Aquel día los clientes habituales del restaurante tuvieron que comer muy apretados en las mesas del bar y estaban molestos. Era lógico porqué veían la enorme sala con solo dos personas y, cuando se quejaban por tu incomodidad, Surroca les gritaba “¡¡Vosotros a callar. Hoy vais a comer aquí porque sois unos fiambreras!!” Seguidamente, con voz respetuosa y casi con una reverencia, le dijo al dibujante -“Señor Coll, usted tranquilo porque yo soy el dueño y es un gran honor para mi el tener en mi casa a un personaje tan importante como usted ”. Los dos nos reímos a mandíbula batiente, y Coll dijo de Surroca-“Aquest home és un tio collonut”. (Este hombre es un tío cojonudo).Ver fotos 42 y 43 de este entrañable almuerzo, donde Coll se ve satisfecho y que yo nunca olvidaré su simpatía y sonrisa. En aquellos momentos nadie podía prever que nos dejaría tan pronto.
Ese día hablamos de múltiples proyectos y de su reciente “Premio Nacional de la Historieta”. también se hizo historia cuando explicó los motivos de dejar TBO para volver al andamio. También con descaro le pregunté de cual historieta de las que había hecho se sentía más satisfecho y sin titubear dijo :-“ Pulcritud”. Una tira vertical de 5 viñetas que dibujó en 1962 para el TBO nº 264, ver la historieta en la foto nº 44. Mi propuesta que más le satisfizo fue la de realizar sus historietas “sin palabras” en dibujos animados para la televisión. Completó la tertulia el joven periodista Víctor Colomer con una entrevista que sería la última de la vida del dibujante y publicada en el Diari de Sabadell en la sección “Cara a Cara” con fecha 30 de mayo de 1984…y a las 7 de la tarde, junto con mis hijos, nos despedíamos en el andén de los Ferrocarriles de la Generalitat (entonces Ferrocarriles de Catalunya), pues no quiso que le acompañara en coche a Barcelona. Le dio un beso a Lluís y otro a Yvette, y a mi, un fuerte chócala acompañado de un fuerte abrazo . Pocos días después recibía una carta de puño y letra de Coll donde me daba las gracias por “el día tan estupendo que pasé en Sabadell y que habría que repetir muy pronto”.
Seguidamente entré en contacto con los Estudios de Dibujos Animados Tarragó de Sabadell, que por encargo realizó la primera película de 15 segundos de Coll. ¡¡Magnífica!! Los contactos con el dibujante ya solo fueron telefónicos y se animaba cuando le hablaba del film…que nunca vio terminado.
El sábado 14 de julio de 1984, la noticia de la página 24 del diario “La Vanguardia” me dejó helado. El titular decía: “Hallado muerto el dibujante Josep Coll, un nombre histórico de TBO”.(Foto 45)
Pero Coll no murió este día porqué nos dejó un legado, una herencia que nunca nadie podrá olvidar. Siempre estará vivo en cada página, cada vez que sonriamos con una de sus historietas, y físicamente lo tendremos cerca, muy cerca cuando tengamos ocasión de poder ver, tocar y oler cualquier original que salió de su pluma.
(Continuará)